Todas las calles en la periferia de las calles en la periferia del principal espacio verde en el centro de la ciudad están colapsadas por los cortes efectuados en razón de la celebración del día de mañana.
Locales27/06/2022
leonardo fernández acosta
Es evidente que lo último que importa es el ciudadano cuando se trata de actos que trascienden los homenajes y se vuelven una entronización a la personalidad del gobernador en la provincia de Formosa.
Las calles en la periferia de la Plaza San Martín donde se montaron dos escenarios, será mañana el centro de los desfiles por un nuevo aniversario de la provincialización de la provincia.
Lejos de configurar un festejo que tiene comprometidos a los formoseños se trata de un acto partidario donde se ensalza la figura del gobernador, GIldo Insfrán, como fundador de casi todo lo bueno en la provincia y se obliga a participar a todos los empleados públicos.
Pero en la previa la policía de la provincia, abusa de sus atribuciones cortando en exceso las calles del centro de la ciudad y causando embotellamientos interminables en razón del acto partidario.
Poco importa si los principales afectados son los ciudadanos a quienes debe respeto y obediencia. La única orden que importa es la que imponen los organizadores y que dice que todo tiene que estar liberado desde el día anterior en el circuito en el que se desarrollará durante dos horas, un desfile para saludar al gobernador, no al aniversario de la provincialización.
Todos los años la ciudad es tomada por las autoridades y los militantes para volver un infierno el tránsito por malas decisiones de la policía que desprecia a los trabajadores que deben concurrir a sus trabajos o cuyos recorridos implican pasar por ese lugar.
La oposición en Formosa no perdió solamente una elección. Perdió la brújula. Perdió sentido estratégico. Y, lo que es más grave, perdió su vínculo con la ciudadanía que alguna vez le creyó que era posible enfrentar al régimen de Insfrán.
Mientras Greenpeace alerta sobre la alarmante expansión de la deforestación en Formosa tras la Ley de Bosques, el gobierno de Gildo Insfrán se aferra a un relato técnico lleno de cifras, pero incapaz de explicar un hecho irrefutable: los desmontes se multiplicaron por cuatro desde la implementación de la norma.
La UCR formoseña volvió a lo que mejor sabe hacer: pactar con el poder que dice combatir. Lejos de denunciar la estafa electoral contra Gabriela Neme, se alineó con el gildismo y celebró una banca obtenida gracias a una trampa vergonzosa. En lugar de defender el voto popular, se convirtió en su verdugo. Una oposición que festeja el fraude no es oposición: es parte del problema.
Cobran por la memoria, pero militan el olvido. Juan Lenscak y otros “referentes” de derechos humanos devenidos en empleados del régimen de Insfrán, transformaron su condición de víctimas en una franquicia oficialista: ahora encubren, relativizan o directamente niegan violaciones actuales a cambio de sueldos, cátedras y micrófonos pagos por el Estado que los necesita obedientes.
En Formosa, ni sacar más votos te garantiza una banca. Gabriela Neme quedaría afuera de la Legislatura por una combinación perversa de ley de lemas, reparto arbitrario y castigo político. Molesta al oficialismo y eclipsa a una oposición cómoda: el sistema la quiere afuera, y el Tribunal Electoral obedece.
Mientras Ricardo Cabrera se retira con todos los honores del Superior Tribunal de Justicia de Formosa, su exsocio Marcelo D'Alessio es condenado por integrar una red de espionaje, extorsión y lavado de dinero. Una historia de vínculos, privilegios y negocios turbios que la Justicia nunca quiso investigar.
En Formosa, ni sacar más votos te garantiza una banca. Gabriela Neme quedaría afuera de la Legislatura por una combinación perversa de ley de lemas, reparto arbitrario y castigo político. Molesta al oficialismo y eclipsa a una oposición cómoda: el sistema la quiere afuera, y el Tribunal Electoral obedece.
Cobran por la memoria, pero militan el olvido. Juan Lenscak y otros “referentes” de derechos humanos devenidos en empleados del régimen de Insfrán, transformaron su condición de víctimas en una franquicia oficialista: ahora encubren, relativizan o directamente niegan violaciones actuales a cambio de sueldos, cátedras y micrófonos pagos por el Estado que los necesita obedientes.
La UCR formoseña volvió a lo que mejor sabe hacer: pactar con el poder que dice combatir. Lejos de denunciar la estafa electoral contra Gabriela Neme, se alineó con el gildismo y celebró una banca obtenida gracias a una trampa vergonzosa. En lugar de defender el voto popular, se convirtió en su verdugo. Una oposición que festeja el fraude no es oposición: es parte del problema.
Mientras Greenpeace alerta sobre la alarmante expansión de la deforestación en Formosa tras la Ley de Bosques, el gobierno de Gildo Insfrán se aferra a un relato técnico lleno de cifras, pero incapaz de explicar un hecho irrefutable: los desmontes se multiplicaron por cuatro desde la implementación de la norma.
La oposición en Formosa no perdió solamente una elección. Perdió la brújula. Perdió sentido estratégico. Y, lo que es más grave, perdió su vínculo con la ciudadanía que alguna vez le creyó que era posible enfrentar al régimen de Insfrán.
