Quien se manifestaba amigo del presidente, Alberto Fernández, a partir de sus visitas a la provincia y a los profusos fondos que llegaban a la provincia no se pronunció respecto de la conspiración de Cristina Kirchner y La Cámpora.
Locales15/09/2021
leonardo fernández acosta
El gobernador de la provincia, Gildo Insfrán, guardó un evidente silencio frente a la crisis de poder desatada, ante la renuncia masiva de ministros del gabinete del presidente, Alberto Fernández, pertenecientes a La Cámpora y tras una conspiración clara de la vicepresidenta, Cristina Fernández.
Por estas horas todavía continúan las reuniones y las idas y vueltas en la casa rosada pero quien se manifestaba amigo personal del presidente de la Nación y uno de los gobernadores que más fondos ha recibido de parte del ejecutivo nacional, no tuvo ningún pronunciamiento en apoyo de un autogolpe generado desde el edificio Patria.
En razón de verdad, Insfrán no da puntada sin hilo y estará esperando instrucciones al igual que los ex ministros de La Cámpora, desde el edificio Patria para sentar un pronunciamiento pero es un hecho que la falta de postura y su silencio, marcará un antes y un después en la relación con el presidente de la Nación.
La crisis del kirchnerismo por angurria de la vice, quien a su vez posee el poder real, ha puesto en un limbo la posturas de gobernadores como Insfrán que esperan a que el panorama se aclare sin quedar pegado del lado incorrecto por anticiparse. Durante un cuarto de siglo Gildo ha sabido reconvertirse gobierno tras gobierno a nivel nacional y esta crisis seguramente no lo agarrará desprevenido o con una decisión apresurada.
La boleta única rompe con el simulacro de unidad. En Formosa, la política no puede seguir siendo una suma de sellos vacíos y candidatos prestados. Es hora de elegir personas reales con ideas claras. La vieja política ya no se puede esconder.
Con tres décadas ininterrumpidas al frente de la provincia, Gildo Insfrán supera en permanencia a Stalin, iguala a Ortega y sigue ampliando su récord con el aval de una democracia amañada, una oposición neutralizada y una población rehén de la dependencia estatal. Formosa es un experimento de eternidad política en el corazón del país.
Mientras la mayoría de la población vive en la pobreza y el Estado provincial sobrevive gracias al auxilio nacional, el gobierno de Gildo Insfrán festeja un supuesto superávit fiscal como si se tratara de un logro de gestión. Una postal perfecta del cinismo estructural de un régimen que hace equilibrio entre la miseria y la propaganda.
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