Ninguno de los que estaba en los mandos intermedios y la jefatura de la policía que realizaba espionaje para el gobierno entiende porque los separaron de sus cargos. Varios de ellos componen la policía ideológica de Insfrán comandada por el Ministro de Gobierno, Jorge González.
Locales04/07/2022
leonardo fernández acosta
Un día antes de la cumbre de los gobernadores en Formosa, toda la cúpula de la brigada de informaciones de la policía de la provincia de Formosa fue removida. En las próximas horas se sabran los nombres de oficiales que no pueden salir de su sorpresa ante una decisión, más aún tomando en cuenta su cercanía con el poder político.
El más visible es el jefe, Comisario General, Isaac Traianon, que ya viene en la cornisa desde el año pasado debido a los abusos y las denuncias por espionaje de ese departamento policial, a dirigentes opositores, periodistas y gastronómicos que participaron de las marchas ante las restricciones brutales durante la pandemia.
Pero lejos de constituir una purga de la tan desprestigiada policía provincial, con su jefe, el Comisario General, Walter Arroyo, quien se confesó inútil para proteger a periodistas de las patotas de Daniel Tafetani y El concejal del PJ, Hugo García dejando la zona liberada para el ataque a la prensa, quien asume como jefe de la brigada ideológica de Insfrán es nada menos que el Comisario General, Moises Villagra, quien armaba causas con testigos falsos cuando se desempeñaba en el comando radioelectrico.
Villagra también tiene numerosas denuncias, nunca tramitadas en la justicia provincial, por los abusos durante la pandemia pero como pasa siempre, los cambios se producen para que en realidad nada cambie, solo la fachada. La policía de la provincia de Formosa dista de recuperar prestigio teniendo a los mismos jefes denunciados al mando o el propio ministro del gobierno, Jorge González, también denunciado.
Los cuadros superiores en la brigada no entienden porque separaron a algunos que no hicieron más que obedecer todas las ordenes ilegales del gobierno para realizar seguimientos a periodistas, políticos e inclusive a ciudadanos comunes desde siempre pero expuestos como nunca durante la pandemia.
Mientras Formosa intenta justificar un repunte “estacional” en pleno calor y atribuye el brote a falta de vacunas, el ministro correntino Ricardo Cardozo lo desmiente de plano: en su provincia no hay brote, no faltan dosis y el Covid casi no circula. El contraste deja al descubierto que el problema no es epidemiológico, sino narrativo.
El subjefe policial Rubén Mauri, quien habría sido designado sin carrera ni antecedentes y tras el retiro forzado de comisarios más antiguos, reapareció en la reunión del Norte Grande junto a Insfrán mientras en la provincia crecen el robo de motos, el narcomenudeo y la falta total de estadísticas de seguridad. Su presencia política expone, otra vez, que en Formosa la Policía responde más al poder que a la ciudadanía.
Hay una diferencia abismal entre la protesta legítima y la intimidación mafiosa. Entre el reclamo con argumentos y la imposición por la fuerza. Lo que hemos presenciado en las puertas del Concejo Deliberante con el acoso al concejal Evans es el triste espectáculo de quienes, queriendo aparentar ser actores sociales, no pueden disimular su esencia de patota.
Mientras crecen los actos de vandalismo, las picadas nocturnas y la ausencia policial, los vecinos hablan de una “zona liberada” en la única ciudad que gobierna la oposición. Todo ocurre en un contexto donde el gildismo ve a Atilio Basualdo como una amenaza real para la sucesión provincial y estaría dispuesto a dejar que Las Lomitas se deteriore antes que permitirle consolidar poder.
En una de las fronteras más calientes del país, el gildismo impulsa a una magistrada sin trayectoria mientras la diputada Gabriela Neme expone una red estatal que habría quitado niños a familias pobres, encubierto abusos y manipulado expedientes.
Entre sorpresas fingidas y comparaciones forzadas, Zabala volvió a confirmar que en Formosa la Fiscalía de Estado funciona menos como un órgano de control que como una oficina jurídica del patrón de siempre: Gildo Insfrán.
En una de las fronteras más calientes del país, el gildismo impulsa a una magistrada sin trayectoria mientras la diputada Gabriela Neme expone una red estatal que habría quitado niños a familias pobres, encubierto abusos y manipulado expedientes.
Mientras crecen los actos de vandalismo, las picadas nocturnas y la ausencia policial, los vecinos hablan de una “zona liberada” en la única ciudad que gobierna la oposición. Todo ocurre en un contexto donde el gildismo ve a Atilio Basualdo como una amenaza real para la sucesión provincial y estaría dispuesto a dejar que Las Lomitas se deteriore antes que permitirle consolidar poder.
Hay una diferencia abismal entre la protesta legítima y la intimidación mafiosa. Entre el reclamo con argumentos y la imposición por la fuerza. Lo que hemos presenciado en las puertas del Concejo Deliberante con el acoso al concejal Evans es el triste espectáculo de quienes, queriendo aparentar ser actores sociales, no pueden disimular su esencia de patota.
El subjefe policial Rubén Mauri, quien habría sido designado sin carrera ni antecedentes y tras el retiro forzado de comisarios más antiguos, reapareció en la reunión del Norte Grande junto a Insfrán mientras en la provincia crecen el robo de motos, el narcomenudeo y la falta total de estadísticas de seguridad. Su presencia política expone, otra vez, que en Formosa la Policía responde más al poder que a la ciudadanía.
Mientras Formosa intenta justificar un repunte “estacional” en pleno calor y atribuye el brote a falta de vacunas, el ministro correntino Ricardo Cardozo lo desmiente de plano: en su provincia no hay brote, no faltan dosis y el Covid casi no circula. El contraste deja al descubierto que el problema no es epidemiológico, sino narrativo.
