En un increíble parte oficial, la policía asegura que no había cuidador por “falta de pago” y que el estado de abandono al encontrarse en una zona alejada de la población propicia los robos.
Locales21/04/2024
leonardo fernández acosta
Efectivos de la Subcomisaría Namqom investigan un ilícito ocurrido en una casa quinta ubicada a la vera de la Ruta Nacional Nº 81, a la altura del kilómetro 1186.
Este sábado en horas de la siesta, efectivos de la Subcomisaría Namqom tomaron conocimiento a través de las redes sociales, sobre un supuesto hecho de vandalismo ocurrido en una casa quinta ubicada a la vera del Riacho El Perdido de esta ciudad.
Luego de realizar una transmisión en vivo a través de las redes sociales, la propietaria se acercó a la Subcomisaría, donde expresó que no iba a realizar la denuncia por lo sucedido y luego se retiró.
Posteriormente, los auxiliares de la justicia se trasladaron al lugar del hecho, donde fueron recibidos por el esposo de la funcionaria, quien autorizó el ingreso del personal para realizar las diligencias procesales del caso.
Según lo expresado por el damnificado, personas desconocidas provocaron daños en las aberturas de la casa; además le robaron un inodoro, una pileta lavatorio, tres bancos de madera, el motor de la piscina, 10 metros de manguera de PVC y 25 metros de cable aéreo.
Conforme relevamiento realizado en torno al caso, los investigadores establecieron que en la casa no reside ninguna persona; en tanto el cuidador se retiró hace un mes y medio aproximadamente de ese lugar, aduciendo falta de pago por el trabajo realizado.
Por otra parte, el estado de abandono del inmueble, la falta de personas que residan en la casa o de un cuidador, al encontrarse en una zona rural y alejada de la población, propicia que constantemente se produzcan hechos de raterismo.
Posteriormente, minutos después de las 18:00 horas, el damnificado acudió a la dependencia jurisdiccional, donde realizó la denuncia del caso y se inició una causa judicial con intervención del Juzgado de Instrucción y Correccional Nº 2 de la Primera Circunscripción Judicial de la Provincia de Formosa.
Por el caso, el jefe de la Delegación Unidad Regional Uno Distrito Cinco, conformó una comisión policial para investigar lo sucedido, con la colaboración de efectivos del Departamento Informaciones Policiales y sección motorizada Alacrán, a los efectos de esclarecer el hecho.
El caso Xiomara dio un giro oscuro: la familia, que marchaba y reclamaba, ahora guarda un silencio abrupto y absoluto. Un silencio que no parece voluntario, sino impuesto por un poder que prefiere que nadie pregunte Un sistema diseñado para no incomodar a los dueños del modelo.
El Gobierno nacional dejó afuera a Formosa de la mesa de negociaciones y lanzó un mensaje directo: solo recibirán fondos y avales los gobernadores que ajustaron sus cuentas. “No es lo mismo lo que hizo Frigerio que lo que pudo haber hecho Gildo”, admiten en la Casa Rosada. La comparación exhibe el lugar que el mileísmo le asigna a la provincia: lejos del reparto y aún más lejos de la consideración política.
Un cadáver pasó inadvertido durante una semana; una acusada de grooming fue detenida en 24 horas. La desigual rapidez del Estado desnuda que el problema nunca fue la capacidad operativa, sino dónde decide aplicarla.
Mientras Formosa intenta justificar un repunte “estacional” en pleno calor y atribuye el brote a falta de vacunas, el ministro correntino Ricardo Cardozo lo desmiente de plano: en su provincia no hay brote, no faltan dosis y el Covid casi no circula. El contraste deja al descubierto que el problema no es epidemiológico, sino narrativo.
El subjefe policial Rubén Mauri, quien habría sido designado sin carrera ni antecedentes y tras el retiro forzado de comisarios más antiguos, reapareció en la reunión del Norte Grande junto a Insfrán mientras en la provincia crecen el robo de motos, el narcomenudeo y la falta total de estadísticas de seguridad. Su presencia política expone, otra vez, que en Formosa la Policía responde más al poder que a la ciudadanía.
Hay una diferencia abismal entre la protesta legítima y la intimidación mafiosa. Entre el reclamo con argumentos y la imposición por la fuerza. Lo que hemos presenciado en las puertas del Concejo Deliberante con el acoso al concejal Evans es el triste espectáculo de quienes, queriendo aparentar ser actores sociales, no pueden disimular su esencia de patota.
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