Otro papelón libertario: mientras reparten discursos sobre la "libertad", usan fotos ajenas sin permiso y fabrican apoyos donde no los hay. El candidato Gripaldi quiso sumar a un empresario que ni lo deja entrar a su negocio.
Locales04/06/2025
leonardo fernández acosta
En Formosa, donde la política a veces se parece más a una comedia de enredos que a una república en serio, La Libertad Avanza volvió a sumar otro bochorno a su ya nutrido prontuario de desprolijidades. Esta vez, el papelón vino de la mano del candidato a convencional constituyente Emilio Gripaldi, quien, en un intento desesperado por mostrar respaldo popular, difundió una foto con el empresario Ricardo “Pilo” Cáceres, insinuando un apoyo que nunca existió.
“Me molestó porque yo no soy político, no soy libertario, soy comerciante desde hace muchos años”, aclaró Cáceres, notablemente indignado, en comunicación con La Nueva. La imagen fue tomada, según su testimonio, en el restaurante Plaza, donde Gripaldi compartía cena con otras personas. “Me pidieron una foto, salí y me sacaron una foto entre todos”, explicó. Nada de apoyo, ni afiliación, ni militancia: apenas una postal robada.
Pero el episodio no termina ahí. Cáceres dejó entrever que la conducta del libertario no es una excepción sino parte de una conducta reiterada. “Hace 3 o 4 años que no le dejamos entrar a ningún supermercado Cáceres. Se olvida de pagar cuando viene, está acostumbrado a hacer esas cosas. Robar fotos… bueno, todo lo que está pasando”, disparó sin filtros.
La historia tiene todos los condimentos del patetismo político: un candidato sin estructura, sin apoyo real, sin ideas claras y ahora también sin vergüenza, que se cuelga de la imagen ajena para simular adhesión. El “libertario” sui generis que aparte es Vicerrector de la UNaF no solo confunde libertad con impunidad, sino que además parece haber incorporado la picardía criolla de la política que supuestamente venía a combatir.
Con cada nuevo episodio, La Libertad Avanza parece menos un espacio renovador y más una fotocopia berreta de lo peor del viejo sistema. Entre improvisaciones, papelones y ahora esta tragicomedia de la foto falsa, queda claro que lo único que avanza es el descrédito. Y que, como bien dijo el propio Cáceres, hay gente que “está acostumbrada a hacer esas cosas”.
La UCR formoseña se hunde en su peor crisis histórica. Con el 3,66% de los votos, Miguel Montoya y Agostina Villaggi niegan la realidad, protegen el aparato vacío y planean candidaturas de fantasía mientras el partido se desintegra.
Sin la Ley de Lemas, sin sobres y sin miedo suficiente, el reino de Insfrán mostró su verdadera desnudez: un poder sostenido por la pobreza y el silencio que empieza a resquebrajarse. La impunidad sigue, pero el mito se rompió.
Mientras nuestros chicos mueren, sufren o callan, el Estado responde con silencio y la sociedad mira para otro lado. En Formosa, la tragedia infantil ya no conmueve: apenas ocupa un renglón entre las estadísticas.
El juez federal Pablo Morán volvió a ponerse del lado del poder: bloqueó la presencia de la Dirección Nacional Electoral y habilitó a militantes gildistas para “controlar” los comicios. En Formosa, la Justicia ya no vela por la transparencia: la custodia del voto quedó en manos del régimen.
Mientras el país muestra una recuperación en sus exportaciones, el nordeste argentino continúa rezagado y Formosa directamente se hunde en el atraso estructural. En los primeros nueve meses de 2025, la provincia apenas generó 36 millones de dólares en ventas externas, casi todas en productos primarios. Un modelo que presume “autonomía” pero ni siquiera produce para vender más allá de su frontera.
El rector de la Universidad Provincial de Laguna Blanca, Adrián Muracciolle, volvió a poner la academia al servicio del aparato. Con su consultora Politiké, fabrica estadísticas a medida del poder para mostrar una Formosa que solo existe en los gráficos oficiales: la del empleo que crece, el Estado que adelgaza y un modelo que se vende como milagro mientras el resto del país se hunde en la realidad.
Desde los fondos oscuros del Cártel de los Soles en Venezuela, pasando por el fideicomiso binacional Argentina–Venezuela y los canales del BANDES y el Banco Nación, hasta aterrizar en Formosa Alimenta, la empresa estatal del gobernador Gildo Insfrán: una red que mezcla política, narcotráfico y poder feudal en el norte argentino.
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