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Banco Nación: No le abrieron las puertas a un jubilado de 90 años con 45 grados de calor

La sucursal del Banco Nación sucursal calle Fontana, cerró las puertas antes del horario de las 11:45 y a pesar del ruego de los familiares de un abuelo de 92 años en silla de ruedas, ni los policías ni la empleada que se presentó como gerente le permitieron pasar.

09 de marzo de 2025leonardo fernández acostaleonardo fernández acosta
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La sucursal de la calle Fontana cerró las puertas antes de tiempo y no le permitió el ingreso a un abuelo de 92 años en silla de ruedas

Darío tiene 92 años, es jubilado y se moviliza en silla de ruedas con ayuda de sus hijos. El miércoles pasado, cuando el pronóstico anunciaba alerta roja, tuvo la mala fortuna de llegar cerca de la hora de cierre del Banco Nación Sucursal calle Fontana en la ciudad de Formosa.

Después de sortear el tránsito, la falta de lugares para estacionar y las veredas para nada amigables con personas con dificultad para movilizarse, el abuelo y su hijo, se encontraron con las puertas del banco cerradas.

Fue el día miércoles 5 de marzo, después de un feriado largo que duró hasta el martes. El celular marcaba las 11:35 y el cartel de la infranqueable puerta con dos policías mirando para otro lado decía "Horario de cierre: 11:45".

A pesar de las quejas, el policía, un cabo de la policía de la provincia, junto a un agente miraban para otro lado como si no escucharan. Uno de los hijos de Darío, les habló más fuerte a través de la rendija de la puerta y le aclaró que todavía no eran las 11:45.

El cabo hacía como que no escuchaba y ni siquiera miraba la razón del enojo que era un adulto mayor de 92 años en silla de ruedas, al cual no le prestaba la más mínima atención.

Dentro del banco había cerca de 500 personas esperando sentadas, algunas de las cuales le dijeron al policía "¿Por qué no lo dejan entrar?".

El reclamo, se pudo realizar al desaprensivo funcionario policial, cuando una persona tuvo que salir y abrió la puerta. De nuevo el enojo era porque cerraron las puertas antes de tiempo y la falta de contemplación en un horario, todavía dentro de lo estipulado para atención al público.

"Son órdenes" fue lo único que dijo el cabo de la policía. Uno de los hijos pidió la presencia de algún responsable del banco, después de intentar un diálogo con el uniformado monosílabo y ante la queja de la gente desde adentro del banco, el policía fue a buscar a alguien responsable del banco.

Entre la llegada, la conversación con el policía y que se "dignó" a ir a buscar a alguien responsable (evidentemente tomó conciencia de que estaba evitando mirar a un abuelo de 90 años en silla de ruedas al que no dejaba entrar) pasaron más de 20 minutos.

Otros tantos tardó la "responsable" en llegar hasta la puerta. Lejos de apelar al sentido común o la razón, la intransigencia fue aún peor. "Hay una directiva que ordena que el cierre del banco se realice a las 11:45". Volvieron las explicaciones respecto de que el abuelo llegó antes y las puertas estaban cerradas. "No me consta tal situación" fue la respuesta.

Inútil fue explicarle, la situación que estaba a la vista, una persona de 92 años en silla de ruedas, 45 grados de calor en la calle, "Es una directiva que se toma por seguridad y mire si voy a andar autorizando a todos los que me pidan entrar después del horario". En la puerta, solo estaba el abuelo y el hijo que lo acompañaba. No había una fila de 80 personas ni un comando terrorista.

La opción fue el pedido del libro de quejas como consuelo ante la absoluta falta de sensibilidad pero evidentemente, la mujer estaba decidida a no dejarlos entrar. "Vaya a la página del Banco Central en Internet a presentar la queja". También fue reticente a exponer la directiva respecto del horario y las excepciones que podrían plantearse.

El hijo le preguntó el nombre a lo cual la funcionaria dijo: "Cristina". Ante la insistencia agregó: "Cristina Aranda". Lo cierto es que como la situación había sido realmente grave ante lo inhumano y la soberbia con que se manejaron, tanto los policías y la empleada del banco las averiguaciones respecto de una situación injusta derivaron en la supuesta violación de varias leyes por parte de quienes intervinieron por parte del Banco Nación.

En realidad, "Cristina" no sería de apellido Aranda sino Vera, pero se presentó como la gerente de la sucursal de la calle Fontana. La gerente de la calle Fontana sería la señora, Araceli Duré, sumándole otra falta más al arrogarse atribuciones que no le corresponden.

Lo curioso es que cuando el abuelo en silla de ruedas se retiró, el reloj del celular marcaban las 12:02 minutos, es decir, media hora discutiendo con personas sin ningún tipo de sensibilidad y despojados de humanidad.

Una persona de los que estaban esperando con sus números adentro, salió y ofreció su número al abuelo. La gerente no solo se negó nuevamente sino que le dijo que él no podía entrar más. Dos personas más llegaron de la central en donde había esperado 2 horas y le dijeron que el trámite lo debían realizar sobre la calle Fontana, una de ellas era del interior. Nada, "Cristina" estaba decidida a no dejar entrar a nadie. De hecho aclaró que el abuelo podía volver al otro día: "Mañana atendemos desde las 7 de la mañana".

"Cristina" habría violado el Art. 14 de la CN que garantiza el acceso a la seguridad social que incluye el cobro de jubilaciones y pensiones. La Ley 26378 (Convención sobre los derechos de la personas con Discapacidad) que protege los derechos de las personas con discapacidad garantizando la accesibilidad, la no discriminación y la igualdad al trato. La Ley 27360 (Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores) que obliga al estado y las instituciones privadas a garantizar el trato digno, la prioridad y la accesibilidad para las personas mayores. La Ley N° 24240 de Defensa al Consumidor que obliga a las entidades financieras a ofrecer trato preferencial a personas mayores y con discapacidad y la Comunicación A 6397 del BCRA que exige a los bancos brindar prioridad y atención preferencial a los jubilados y personas con discapacidad.

El final de la historia es abierto, Darío se tendría que volver para cobrar su jubilación pero en el medio queda el planteo: si así tratan a un adulto mayor de 92 años ¿Cómo tratarán al resto de la gente?  Por lo pronto habrá una denuncia ante el BCRA por maltrato o falta de atención prioritaria. Una queja formal ante la Defensoría del Pueblo, reclamar ante la Superintendencia de Servicios Financieros del BCRA entre otras acciones legales a considerar.

El argumento de "Cristina" respecto de la directiva misteriosa por seguridad, con el banco atendiendo a puertas cerradas antes de tiempo cuando las condiciones climáticas eran extremas, claramente habla del autoritarismo con que se manejan.

Darío entraba y salía en  5 minutos porque iba directamente a las cajas. Las cámaras del banco pueden dar cuenta del horario de cierre y también de la falta de humanidad del personal, que prefirió discutir 20 minutos para no dejar entrar a un discapacitado. Una vergüenza desde donde se lo mire pero que se tratará en los organismos que correspondan, no con dos policías y una empleada soberbia sin preparación.

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