
Solo en Formosa: la policía obligó a un local comercial a cerrar sus puertas
La policía informó al comerciante frente al diario que no podría abrir sus puertas y lo notificó que estaba en infracción.
La policía informó al comerciante frente al diario que no podría abrir sus puertas y lo notificó que estaba en infracción.
Algunos referentes del CUF, en particular aquellos a los que les armaron todo tipo de causas por protestar en Fase 1 acudieron a la asesoría gratuita del candidato a diputado nacional del Frente de la Victoria pero no había nadie y nadie atendía en el lugar porque estaba todo cerrado.
El día de ayer los comerciantes del mercadito paraguayo abrieron sus locales y atendían desde la vereda pero pudiendo exhibir parte de su mercadería. Fueron abordados por la policía que quería clausurarlos.
Ocupó cargos, pidió favores, posó con los jefes del régimen. Hoy se presenta como opositora, niega su pasado y amenaza a periodistas que lo recuerdan. No cambió de ideas: cambió de estrategia. Y cuando se le agotan los argumentos, recurre a lo que mejor aprendió del modelo que ahora critica: el apriete.
A tres años del intento de copamiento institucional en la UNaF, los responsables siguen impunes, dictando cátedra sobre valores que traicionaron. La universidad debe elegir: o activa su memoria y defiende su autonomía, o se resigna a ser un apéndice más del poder político.
La Policía de Formosa volvió a actuar como sabe: con opacidad, despliegue excesivo y nulo respeto por la transparencia. Mientras intenta descalificar al periodismo que investiga, se hunde en un descrédito irreversible, marcado por el historial de causas fraguadas, testigos falsos y operativos turbios. Nada en su versión oficial resiste el menor análisis. Y ya nadie les cree una sola palabra.
Otro papelón libertario: mientras reparten discursos sobre la "libertad", usan fotos ajenas sin permiso y fabrican apoyos donde no los hay. El candidato Gripaldi quiso sumar a un empresario que ni lo deja entrar a su negocio.
La jueza Sánchez se descompensó, pero lo que se activó no fue un protocolo sanitario, sino la maquinaria del miedo: patrullas, forenses, silencio oficial y amenazas a periodistas que hicieron su trabajo.