
Sin la Ley de Lemas, sin sobres y sin miedo suficiente, el reino de Insfrán mostró su verdadera desnudez: un poder sostenido por la pobreza y el silencio que empieza a resquebrajarse. La impunidad sigue, pero el mito se rompió.
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El gobernador Insfrán consolida la impunidad de sus jefes policiales militantes para violar los Derechos Humanos y desmiente nuevamente a organismos internacionales. Nada cambió elecciones mediante, acá no ha pasado nada.
Locales23/11/2021
leonardo fernández acosta
Ya con los resultados consolidados en las elecciones, el gobernador Insfrán, compartió la cena por el aniversario 61 de la creación de la Policía de la provincia de Formosa, en una multitudinaria convocatoria de personas, entre las cuales muchas de ellas fueron víctimas de los abusos en razón de las restricciones ilegales por la pandemia.
En algunas partes del discurso, fue el propio Insfrán el que se responsabilizó, por la violencia institucional y los delitos sistemáticos cometidos contra la población civil, lo cual no hace más que hacer explícita la autoría de las salvajes imposiciones y sus resultados en una pésima política sanitaria contra el COVID 19, en donde Formosa tuvo una peor tasa de letalidad que la provincia de Corrientes, donde las decisiones del gobierno fueron "civilizadas" y no una caza de ciudadanos como en la provincia.
El gobernador expuso de manera categórica que: “La fuerza tiene una función, y lo que sí tienen que saber que siempre tienen que responder a un mando y ese mando viene desde la política”, algo que en realidad siempre estuvo claro, a pesar de que quien ponía la cara el Ministro de Seguridad, Justicia y Trabajo, Jorge González. Las decisiones, abusos incluidos, siempre fueron decisiones de Insfrán.
Pero claro, serán las Cortes Internacionales, las que juzgarán a un gobierno de un cuarto de siglo, con innumerables denuncias por la violación de Derechos Humanos. De hecho, el día de hoy en el marco de los festejos del aniversario de la policía de Formosa, se cumplen once años de la salvaje represión a los aborígenes de la comunidad La Primavera, en donde resultaron muertos un originario y un policía.
El hecho jamás fue esclarecido pero la Corte Suprema de Justicia de la Nación impuso una cautelar, ordenando que fueran fuerzas federales y no la policía de la provincia, la encargada de la seguridad de la comunidad, en protección, de manera contradictoria, del gobierno de su provincia y su policía.
¿Como actuó el gobierno de Insfrán? Exactamente igual que con la pandemia. Eligiendo un enemigo a quien echarle la culpa por la impericia criminal de no tener un sistema sanitario acorde a los miles de millones que llegaron a la provincia durante años. En la represión de La Primavera presentaron a los Qom como unos seres violentos que cometen asesinatos; cuando la realidad histórica muestra la mansedumbre con que se guiaron en sus quehaceres durante años.
Por otra parte en la pandemia presentaron a aquellos que se acudieron a defender en la justicia federal a las víctimas del abuso de un estado policial, como terroristas sanitarios, como asesinos que promovían el contagio y generaron una propaganda goebbeliana contra los opositores, abogados, jueces, periodistas, gastronómicos, comerciantes, todo el que se resistiera a sus abusos.
La policía de Insfrán era la de los mismos Comisarios Generales, los que hoy levantan la copa en la más absoluta hipocresía y se jactan de pertenecer a la ciudadanía, cuando el antecedente más reciente, es la brutal represión del viernes negro, donde una lluvia de cartuchos de goma, gases lacrimógenos vencidos y gas pimienta, cayó sobre la humanidad de adultos, mujeres, niños o trabajadores que pasaban por el lugar. Casi todos, al igual que los Qom en el 2010, personas pacíficas y respetuosas de la ley.
Más de 100 personas detenidas de manera ilegal en una ciudad donde hubieron cerca de cinco horas de represión, con Comisarios cebados de violencia que hoy cursan las denuncias correspondientes por abuso de poder, detenciones ilegales, apremios, vejaciones, torturas, entre otras.
Y se repiten los discursos en el festejo de las bestias, en el sentido metafórico: como ganaron las elecciones, las violaciones a los DDHH. no existen o están justificadas. Fue así que el jefe de la policía, Comisario General, Walter Arroyo expresó, siendo funcionario policial, que los resultados de las urnas han sido contundentes en favor del
Frente de Todos, “Demostrando claramente que el gobernador Insfrán tuvo la responsabilidad de conducir una provincia durante todo este tiempo de pandemia, con más de 500 reuniones diarias y con una firmeza que lo caracteriza marcando el rumbo que teníamos que seguir para alcanzar los formoseños esta situación sanitaria actual”, finalizó.
En razón de verdad, la situación sanitaria actual, con las salvajes restricciones, es una de las peores del NEA y si hoy hay una inmunidad aparente, es por los contagios y por la llegada tardía de la vacuna. Si el estado provincial podría haber o no salvado más vidas, no pasaba por volver una cárcel la provincia, sino por tener un mejor sistema sanitario.
En este 61° aniversario de la policía, la mayoría de la cúpula de la fuerza está denunciada por delitos que van desde el abigeato, narcotráfico, abusos, espionaje a civiles, detenciones ilegales, torturas, etc en razón de la pandemia y todos sus acusados están en funciones y levantando la copa con el gobernador de la provincia de Formosa, Gildo Insfrán.


Sin la Ley de Lemas, sin sobres y sin miedo suficiente, el reino de Insfrán mostró su verdadera desnudez: un poder sostenido por la pobreza y el silencio que empieza a resquebrajarse. La impunidad sigue, pero el mito se rompió.

Mientras nuestros chicos mueren, sufren o callan, el Estado responde con silencio y la sociedad mira para otro lado. En Formosa, la tragedia infantil ya no conmueve: apenas ocupa un renglón entre las estadísticas.

El juez federal Pablo Morán volvió a ponerse del lado del poder: bloqueó la presencia de la Dirección Nacional Electoral y habilitó a militantes gildistas para “controlar” los comicios. En Formosa, la Justicia ya no vela por la transparencia: la custodia del voto quedó en manos del régimen.

Mientras el país muestra una recuperación en sus exportaciones, el nordeste argentino continúa rezagado y Formosa directamente se hunde en el atraso estructural. En los primeros nueve meses de 2025, la provincia apenas generó 36 millones de dólares en ventas externas, casi todas en productos primarios. Un modelo que presume “autonomía” pero ni siquiera produce para vender más allá de su frontera.

El rector de la Universidad Provincial de Laguna Blanca, Adrián Muracciolle, volvió a poner la academia al servicio del aparato. Con su consultora Politiké, fabrica estadísticas a medida del poder para mostrar una Formosa que solo existe en los gráficos oficiales: la del empleo que crece, el Estado que adelgaza y un modelo que se vende como milagro mientras el resto del país se hunde en la realidad.

Desde los fondos oscuros del Cártel de los Soles en Venezuela, pasando por el fideicomiso binacional Argentina–Venezuela y los canales del BANDES y el Banco Nación, hasta aterrizar en Formosa Alimenta, la empresa estatal del gobernador Gildo Insfrán: una red que mezcla política, narcotráfico y poder feudal en el norte argentino.

Desde los fondos oscuros del Cártel de los Soles en Venezuela, pasando por el fideicomiso binacional Argentina–Venezuela y los canales del BANDES y el Banco Nación, hasta aterrizar en Formosa Alimenta, la empresa estatal del gobernador Gildo Insfrán: una red que mezcla política, narcotráfico y poder feudal en el norte argentino.

Mientras el país muestra una recuperación en sus exportaciones, el nordeste argentino continúa rezagado y Formosa directamente se hunde en el atraso estructural. En los primeros nueve meses de 2025, la provincia apenas generó 36 millones de dólares en ventas externas, casi todas en productos primarios. Un modelo que presume “autonomía” pero ni siquiera produce para vender más allá de su frontera.

El juez federal Pablo Morán volvió a ponerse del lado del poder: bloqueó la presencia de la Dirección Nacional Electoral y habilitó a militantes gildistas para “controlar” los comicios. En Formosa, la Justicia ya no vela por la transparencia: la custodia del voto quedó en manos del régimen.

Mientras nuestros chicos mueren, sufren o callan, el Estado responde con silencio y la sociedad mira para otro lado. En Formosa, la tragedia infantil ya no conmueve: apenas ocupa un renglón entre las estadísticas.

Sin la Ley de Lemas, sin sobres y sin miedo suficiente, el reino de Insfrán mostró su verdadera desnudez: un poder sostenido por la pobreza y el silencio que empieza a resquebrajarse. La impunidad sigue, pero el mito se rompió.