
Lo que a este Rey no le contaron era de que hay un pueblo que olvidó hace tiempo y a lo lejos la práctica de ese deporte -salvo por honrosas excepciones de algunos aficcionados que laburan al pulmón sin ningún apoyo o plan oficial.
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Lo que a este Rey no le contaron era de que hay un pueblo que olvidó hace tiempo y a lo lejos la práctica de ese deporte -salvo por honrosas excepciones de algunos aficcionados que laburan al pulmón sin ningún apoyo o plan oficial.

Desde las 15:30 horas hay una fila interminable de autos varados sobre la autovía ruta 11, antes de Tatané por la competencia ciclística que se desarrolla durante tres días en la ciudad de Formosa.

Desde los fondos oscuros del Cártel de los Soles en Venezuela, pasando por el fideicomiso binacional Argentina–Venezuela y los canales del BANDES y el Banco Nación, hasta aterrizar en Formosa Alimenta, la empresa estatal del gobernador Gildo Insfrán: una red que mezcla política, narcotráfico y poder feudal en el norte argentino.

El juez federal Pablo Morán volvió a ponerse del lado del poder: bloqueó la presencia de la Dirección Nacional Electoral y habilitó a militantes gildistas para “controlar” los comicios. En Formosa, la Justicia ya no vela por la transparencia: la custodia del voto quedó en manos del régimen.

Mientras nuestros chicos mueren, sufren o callan, el Estado responde con silencio y la sociedad mira para otro lado. En Formosa, la tragedia infantil ya no conmueve: apenas ocupa un renglón entre las estadísticas.

Sin la Ley de Lemas, sin sobres y sin miedo suficiente, el reino de Insfrán mostró su verdadera desnudez: un poder sostenido por la pobreza y el silencio que empieza a resquebrajarse. La impunidad sigue, pero el mito se rompió.

La UCR formoseña se hunde en su peor crisis histórica. Con el 3,66% de los votos, Miguel Montoya y Agostina Villaggi niegan la realidad, protegen el aparato vacío y planean candidaturas de fantasía mientras el partido se desintegra.