Prometieron dinamitar la casta, pero terminaron ampliando la mansión. Gerardo González y Patricia García convirtieron a La Libertad Avanza en un sublema más del gildismo. Los organismos nacionales son botines, los cargos favores y la oposición funcional, mezquina y dividida. Una estafa con firma digital y bendición del quinto piso. Probablemente las elecciones del 29 nos muestren otra forma de perversión política ya que LLA, que vino con el fenómeno violeta de Milei, se disfrazó de alternativa, pero no eran sino una sucursal del saqueo: no vinieron a cambiar el sistema, vinieron a turnarse en el botín. LLA una franquicia del gildismo.
Locales24/05/2025
leonardo fernández acosta
Dicen que la primera impresión es la que cuenta, y el caso de Gerardo González confirma que no hay que subestimarla. Apenas arrancó su carrera como candidato de La Libertad Avanza en Formosa, ya figuraba como empleado del Ministerio de la Secretaría General de la Gobernación de Gildo Insfrán y, a la vez, proveedor del Estado con su marca Arkano. ¿Militante libertario? Más bien un libertario con base gildista y visión empresarial.
Cuando la ruptura entre Francisco Paoltroni y Javier Milei dejó afuera al espacio LPT, González fue el gran sobreviviente: no por mérito, sino por cercanía con el poder de siempre. Los cargos en los organismos nacionales no tardaron en transformarse en premios de consuelo para militantes gildistas y aliados oportunistas.
La jefa de gabinete en las sombras fue y sigue siendo Patricia García, sobrina del eterno dirigente “Cacho” García (ahora candidato por el PJ) y del ex interventor de Tierras Fiscales, “Pombero” Rodríguez. Ex pareja de González, García tuvo el privilegio de designar a su antojo: en PAMI, puso a Héctor Brizuela, comerciante con historia de cheques voladores y ahora candidato a diputado. En ANSES, eligió a una funcionaria del Ministerio de la Comunidad de Insfrán. En Gerencia de Empleo, aterrizó el abogado Esteban López Tozzi, ahora también candidato. ¿Cuota de mérito? Cero. Lealtad al gildismo, 100%.
La lista de cargos es digna de una novela por entregas: punteros de intendentes como Mario Brignole, operadoras de Antonio “Pomelo” Ferreira, y empleados del Instituto Provincial de la Vivienda, como Hernán Ramis, quien reemplazó al ingeniero Víctor Padilla en Vialidad Nacional en los últimos días.
Padilla, con todas sus limitaciones, no aceptó ser parte del negocio. Por eso, lo corrieron. La orden era clara: la caja chica de Vialidad debía estar al servicio de la "militancia", y Padilla era un obstáculo. Ramis, del riñón de Marcelo Ugelli (titular del IPV) y de su esposa, la concejal “Petu” Argañaráz, no tuvo ese problema. La obediencia es su principal virtud.
Los escándalos se acumulan como carpetas sin archivar: denuncias de pedidos de parte del sueldo, coimas a prestadores, deudas impagas, todo bajo la órbita de García, Brizuela y el propio diputado González. La auditoría de Vialidad amenaza con revelar un desfalco monumental, pero ya está siendo desactivada desde adentro. El objetivo: garantizar impunidad a la ingeniera De Ferraris, ex titular de Vialidad y parte de la misma trama.
Y mientras el libertarismo nacional se llena la boca hablando de la "casta", en Formosa la casta tiene nombre, apellido, y despacho en oficinas del Estado nacional. La alianza entre González y el gildismo no solo es explícita, sino estructural. Las oficinas públicas funcionan como un búnker político, con la lógica del puntero y la chequera.
La oposición interna dentro de LLA Formosa, representada por López Tozzi, Pablo Míguez y la comisión directiva, hizo el amague de expulsar a Patricia García. Incluso falsificaron una renuncia de Tozzi para montar la escena. Pero a esta altura, queda claro: todos están adentro del mismo barco, y el timonel es el gildismo.
Gerardo González es el rostro visible de un partido que perdió el rumbo antes de arrancar. En vez de representar una alternativa, montó una agencia de colocaciones para reciclados del poder. Como dicen en los pasillos libertarios, "le tocó el quini 6" y no va a soltar la banca hasta exprimir cada centavo.
Lo grave ya no es la traición ideológica. Lo grave es que la corrupción se institucionaliza, se mezcla con la impunidad judicial al creerse intocable, y se disfraza de representación política. En Formosa, el gildismo no solo manda en la provincia: ahora también gobierna en nombre de Milei.
Y como si esta tragicomedia no fuera suficiente, la oposición fragmentada vive en su propio mundo. La reticencia de LLA a conformar un frente opositor, aún sabiendo que por separado no los va a votar ni su familia, no es ingenua: es una vieja estrategia del gildismo, ejecutada con precisión quirúrgica. Alimentar sublemas débiles, promover candidaturas funcionales, dividir, desgastar, es el manual clásico.
Pero atención: el daño no lo hace solo el oficialismo. La propia oposición, por angurria de cargos, egos inflados y cálculo corto, se ha convertido en cómplice involuntario de esta gran estafa política. En su soberbia fragmentaria, ha dejado a la sociedad formoseña sin alternativa real, sin un horizonte que enfrente el modelo hegemónico con algo más que slogans vacíos o acuerdos a espaldas de la gente.
Gabriela Neme que no ha ocultado su intención de comandar LLA, irá finalmente con la alianza con el radicalismo, LPT y otros partidos opositores. Atilio Basualdo será congresal por LLA, toda una declaración de principios. Ya no hay nadie que crea en que son una alternativa opositora, si un Caballo de Troya del gildismo.
En resumen: la traición de La Libertad Avanza, el cinismo del gildismo y la mezquindad opositora son tres caras de la misma moneda. Una moneda que hace rato dejó de circular en el mercado de la representación democrática y que hoy solo sirve para pagar favores en los pasillos del poder.
Probablemente las elecciones del 29 nos muestren otra forma de perversión política ya que LLA, que vino con el fenómeno violeta de Milei, se disfrazó de alternativa, pero no eran sino una sucursal del saqueo: no vinieron a cambiar el sistema, vinieron a turnarse en el botín. LLA una franquicia del gildismo.
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Con la ley en la mano y en un contexto de presiones del poder provincial, Pablo Basualdo asume la intendencia de Las Lomitas para completar el mandato hasta 2027 y sostener la continuidad institucional frente al avance del gildismo.
La dimisión de Atilio Basualdo a la Intendencia de Las Lomitas no suena a retirada, sino a proyección: asume como diputado nacional reivindicando a su equipo, desafiando al poder provincial y prometiendo llevar al Congreso la voz de una comunidad que dejó de agachar la cabeza.
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La traición de Ramiro Saavedra no es un hecho aislado ni una sorpresa: es el síntoma perfecto de una generación política criada en la incubadora del gildismo, donde la ética se aprende al revés y la ambición viene preinstalada. Un joven que llegó prometiendo renovación y terminó replicando, con velocidad récord, el vicio estructural de Formosa: vender lealtades como si fueran acciones en un mercado negro de poder.
Los nuevos datos del Consejo de Mayo no solo confirman el ajuste: revelan la fragilidad estructural del insfranismo. Con las transferencias desplomadas, el empleo estatal en crisis y la educación sin fondos, Formosa enfrenta su peor escenario: un Estado gigante sin recursos y un sector privado inexistente.
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La renuncia de Basualdo abrió un procedimiento legal clarísimo, pero una vieja guardia de apellidos eternos que vivieron por años de lo público intenta torcerlo para quedarse con el municipio. Con una clara bajada de línea de Insfrán y un relato de “crisis” fabricada, buscan forzar una elección que la ley no permite. Lo que ocurre en Las Lomitas no es debate político: es un golpe institucional en proceso.
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