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Derechos humanos con franquicia: Lenscak y otros referentes transformaron su condición de víctimas en un negocio estatal

Cobran por la memoria, pero militan el olvido. Juan Lenscak y otros “referentes” de derechos humanos devenidos en empleados del régimen de Insfrán, transformaron su condición de víctimas en una franquicia oficialista: ahora encubren, relativizan o directamente niegan violaciones actuales a cambio de sueldos, cátedras y micrófonos pagos por el Estado que los necesita obedientes.

Locales06/07/2025leonardo fernández acostaleonardo fernández acosta
Juan Eduardo Lenscak
Juan Lenscak, referente de derechos humanos devenido en vocero oficialista. Del testimonio a sueldo al negacionismo negociado, con memoria selectiva y varios contratos del régimen.

En Formosa, los derechos humanos se reparten como los planes: según la fidelidad al régimen. Quien repita que Gildo Insfrán no viola los derechos humanos podrá tener, como premio, varios sueldos, un micrófono en la universidad y hasta un lugar en la historia oficial. Juan Eduardo Lenscak es el mejor ejemplo de esa casta de “referentes” que, habiendo sido víctimas del terrorismo de Estado, hoy relativizan y hasta justifican nuevas formas de autoritarismo, siempre y cuando provengan del patrón.

Docente universitario, titular de la Cátedra Permanente de Derechos Humanos en la UNaF, beneficiario de cargos inacabables al igual que su familia y declaraciones impunes, Lenscak decidió hace tiempo cambiar la memoria por obediencia y la coherencia por contratos.

Durante la pandemia fue uno de los tantos empleados del relato que, en vez de denunciar el hacinamiento en el Estadio Cincuentenario, con más de 700 personas encerradas en condiciones infrahumanas, prefirió hacer silencio. O peor: salir en patota con otras "víctimas" a sueldo, a defender lo indefendible. Esos centros de aislamiento se parecían más a cárceles clandestinas que a dispositivos sanitarios.

La policía secuestraba a miembros de comunidades originarias y los trasladaba a más de 400 kilómetros de sus casas, sin notificar a sus familiares. Los separaban, los encerraban, los hisopaban y los silenciaban. Y todo eso, según Lenscak, “no fueron violaciónes de derechos humanos”, eran parte de un protocolo "genial" de su patrón feudal.

Ni hablar del asado y profuso vino con el secretario nacional de Derechos Humanos, Horacio Pietragalla, mientras afuera los detenidos gritaban detenidos ilegalmente porque los dejaran ir a sus casas después de más de un mes de encierro ¿Las denuncias ante la ONU y la CIDH? Nada de eso altera el libreto oficial que el “referente” gildista sin memoria, repite con disciplina.

Y ahora, otra vez, aparece para bendecir el nuevo triunfo del modelo formoseño en las elecciones provinciales del 29 de junio. “Una bocanada de alegría y de sentido común”, dijo Lenscak, como si votar bajo un régimen que gobierna hace 30 años con clientelismo, control total de los medios y una ley de lemas amañada fuera un ejercicio pleno de ciudadanía. “Se respetan las instituciones”, agregó sin rubor, olvidando que las instituciones que se respetan en Formosa son las que garantizan el poder eterno del gobernador: una justicia adicta, una legislatura subordinada, y un sistema electoral diseñado para simular democracia.

A tono con la épica populista, Lenscak comparó el gobierno de Insfrán con las misiones jesuíticas y la resistencia paraguaya en la Guerra de la Triple Alianza. El delirio de Lesnscak ha perdido en su desesperación por ganarse un poroto para mantener sus varios ingresos del estado, intentan resaltar que aquí se defiende “lo nuestro”. Pero lo que se defiende en Formosa es un modelo basado en la subordinación política, el silencio forzado y la administración vertical de la pobreza. Un modelo que persigue a los críticos, encierra a los pobres y premia a los obsecuentes.

Lo más grave no es que lo diga el gobernador o su entorno directo. Lo más grave es que lo repita, como verdad revelada, alguien que alguna vez fue víctima de la represión estatal y que hoy milita activamente para encubrir violaciones a los derechos humanos, siempre que las cometan sus aliados. Porque si el autoritarismo es justicialista, entonces no es tan autoritario. Si el encierro es preventivo, entonces no es represión. Y si el patrón paga, entonces todo se convierte en "sentido común".

Lenscak ya no representa la memoria, ni la verdad, ni la justicia. Representa el uso político de los derechos humanos como salvoconducto para justificar privilegios. Su legado, lejos de ser el de un defensor de las libertades, es el de un acomodado con memoria selectiva. Y su palabra no vale más que la de cualquier funcionario del régimen que le paga el sueldo por lo que debería reveerse que continuara frente a la cátedra de DDHH de la UNaF, tergiversando la realidad y adoctrinando en favor del modelo feudal.

Porque cuando se trata de Insfrán, la única violación que muchos “referentes” pagos del modelo, es la que ocurre solo fuera de la provincia e inclusive fueron considerados por ellos como la violacion de los protocolos sanitarios ilegales, poniéndose sin verguenza del otro lado de la historia. Estamos viejos y pasandola "joya" con varios sueldos. No es tiempo de ponerse críticos. No es tiempo de defender los DDHH. de otros.

Peor aún, Lenscak ni siquiera recuerda o elige no recordar, que Gildo Insfrán jamás colaboró con los juicios de lesa humanidad contra el exgobernador de la dictadura, Juan Carlos Colombo, de quien fue su empleado directo. Tampoco dice una palabra sobre la quema sistemática de documentos públicos que podrían haber aportado pruebas clave sobre violaciones a los derechos humanos de la dictadura en la provincia. Y menos aún menciona que en el gabinete y en el Superior Tribunal de Justicia siguen en funciones personajes que también lo fueron durante el proceso militar. Para Lenscak, si el verdugo es peronista, no hay crimen. Y si paga sueldos, hay silencio. Memoria, verdad y justicia según el patrón.

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