
Sin la Ley de Lemas, sin sobres y sin miedo suficiente, el reino de Insfrán mostró su verdadera desnudez: un poder sostenido por la pobreza y el silencio que empieza a resquebrajarse. La impunidad sigue, pero el mito se rompió.
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Miembros e la comunidad LGTB que dialogaron con este medio, dijeron que: “Tenia marcas en los pies y las rodillas como si la hubieran pateado. La trajeron por una sobredosis pero no coincide el relato policial”.
Locales19/07/2021
leonardo fernández acosta
Frente a la Subcomisaria del Barrio Guadalupe, organizaciones como Mumalá, Formosa Diversa, entre otras protestaron por la muerte de la chica trans, Fátima Belén de 29 años de edad.
La madre dijo al respecto que: “Yo le dije al Comisaria, yo se bien que a mi hija le mataron. Me dijo que hija murió de sobredosis. Acá le mataron a mi hija a golpes, hay que contar toda la verdad”.

Agregó también que: “Me lo entregaron golpeado, le rompieron toda la frente, tiene golpes en varias partes, en la nariz, en las piernas, en el hombro”.
Explicó que: “El Comisario me dijo que acá a las siete le trajeron pero muchos, muchos testigos que a ella le trajeron bien acá a la Comisaría y tenía miedo porque estaba sin dormir.
La madre de Fátima relató que estaba tomada pero no le llevaron al Hospital, “Si es que realmente como dijo el Comisario murió de una sobredosis pero mentira fue. Le trajeron directamente acá y de acá la llevaron allá en el cementerio, en la morgue del cementerio”.
“Estoy segura que le mataron ellos nomás. Primero me dijo señora necesito el dato de su hijo, no me quiere decir se hace la caprichosa. Me pregunto donde vivía y después se fue el patrullero, me acercó hasta acá. Me dijo a lo último, su hijo murió de sobredosis” continuó relatando.

Dijo también que ella pensó que el Comisario de apellido Rolón le estaba pidiendo los datos para largarla. “Al final ahora me dice que murió de sobredosis. No es cierto que hubo una pelea previa, “Le pregunté a la dueña y me dijo que no pelearon, estaban tres chicas trans y dos muchachos”.
Finalmente aseguró que: “Quiero la verdad, el comisario me dijo el número de expediente de su hijo y me dio un número de teléfono”.
Otros miembros e la comunidad LGTB que dialogaron con este medio, dijeron que: “Tenia marcas en los pies y las rodillas como si la hubieran pateado. La trajeron por una sobredosis pero no coincide el relato policial”.
Explicaron también que: “La tiraron en el piso y le pusieron la rodilla arriba en su departamento. Le venían pegando dentro de la camioneta y separada de su amiga para que no vean el maltrato al que venía siendo sometida”.

Relataron que debía haber sido atendida en el Hospital para sacarlo del estado de drogadicción, “¿Cómo la van a traer en ese estado a la Comisaría?”.
Dijeron también que: “En Formosa nadie está protegido. No es la primera vez que pasa esto en esta Comisaría. Fátima no era mala, tenía sus vicios pero no era el extremo que ellos quieren pintar”.
Explicaron que: “Se les fue la mano a la policía, le cargan todos los vicios a la chicas trans. La compañera se encuentra muy mal y muy asustado con toda la situación”.
Finalmente dijeron que la compañera que en un principio iba a declarar todo lo que había visto, “Ahora cambio su postura y no va a declarar nada dijo”.
Al inicio de la marcha no había asesoramiento de ningún abogado a la madre de Fátima pero repentinamente llegó al lugar un referente que se presentó como funcionario de la Oficina de Violencia Intrafamiliar del Poder Judicial que tendría una reunión a media mañana.

Sin la Ley de Lemas, sin sobres y sin miedo suficiente, el reino de Insfrán mostró su verdadera desnudez: un poder sostenido por la pobreza y el silencio que empieza a resquebrajarse. La impunidad sigue, pero el mito se rompió.

Mientras nuestros chicos mueren, sufren o callan, el Estado responde con silencio y la sociedad mira para otro lado. En Formosa, la tragedia infantil ya no conmueve: apenas ocupa un renglón entre las estadísticas.

El juez federal Pablo Morán volvió a ponerse del lado del poder: bloqueó la presencia de la Dirección Nacional Electoral y habilitó a militantes gildistas para “controlar” los comicios. En Formosa, la Justicia ya no vela por la transparencia: la custodia del voto quedó en manos del régimen.

Mientras el país muestra una recuperación en sus exportaciones, el nordeste argentino continúa rezagado y Formosa directamente se hunde en el atraso estructural. En los primeros nueve meses de 2025, la provincia apenas generó 36 millones de dólares en ventas externas, casi todas en productos primarios. Un modelo que presume “autonomía” pero ni siquiera produce para vender más allá de su frontera.

El rector de la Universidad Provincial de Laguna Blanca, Adrián Muracciolle, volvió a poner la academia al servicio del aparato. Con su consultora Politiké, fabrica estadísticas a medida del poder para mostrar una Formosa que solo existe en los gráficos oficiales: la del empleo que crece, el Estado que adelgaza y un modelo que se vende como milagro mientras el resto del país se hunde en la realidad.

Desde los fondos oscuros del Cártel de los Soles en Venezuela, pasando por el fideicomiso binacional Argentina–Venezuela y los canales del BANDES y el Banco Nación, hasta aterrizar en Formosa Alimenta, la empresa estatal del gobernador Gildo Insfrán: una red que mezcla política, narcotráfico y poder feudal en el norte argentino.

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Mientras nuestros chicos mueren, sufren o callan, el Estado responde con silencio y la sociedad mira para otro lado. En Formosa, la tragedia infantil ya no conmueve: apenas ocupa un renglón entre las estadísticas.

Sin la Ley de Lemas, sin sobres y sin miedo suficiente, el reino de Insfrán mostró su verdadera desnudez: un poder sostenido por la pobreza y el silencio que empieza a resquebrajarse. La impunidad sigue, pero el mito se rompió.