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El gaucho del rebenque fácil y el corazón flojo: Brignole, valiente con mujeres de la oposición, cobarde cuando aparece el Ejército

El intendente Mario Brignole juega al macho montado con rebenque en mano para amedrentar a la oposición, pero tiembla de miedo cuando el Ejército anuncia maniobras en su camping. Gaucho para agredir mujeres, pero cobarde cuando no controla los uniformes. La síntesis perfecta del modelo formoseño: bravuconería para los débiles, sumisión ante el poder real.

Interior29/05/2025leonardo fernández acostaleonardo fernández acosta
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Brignole, montado y desbocado, lanza insultos y rebenques contra una diputada electa, mientras su patota aplaude: el modelo formoseño en estado puro.

En un espectáculo más digno del siglo XIX que del año 2025, el intendente de El Colorado, Mario Brignole, se convirtió en el protagonista de una escena tan absurda como peligrosa: montado a caballo, agitando el rebenque y rodeado de empleados municipales disfrazados de gauchos, arremetió contra el senador nacional Francisco Paoltroni y la diputada Agostina Villaggi, quienes realizaban una actividad de campaña en su localidad también montados a caballo y con la resolución de la inconstitucionalidad de la reelección indefinida para entregarsela al intendente.

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Lo que debió ser un ejercicio democrático, la entrega de una nota en el edificio municipal, se transformó en un lamentable acto de violencia simbólica y verbal. Brignole, con una actitud provocadora y agresiva, no solo impidió el acceso de los legisladores sino que les lanzó insultos misóginos y homofóbicos: a Villaggi le espetó "andá con tu macho que allá se va" y a Paoltroni lo tildó de "contrabandista" mientras le lanzaba el caballo encima.

La escena del intendente habría sido una más de tantas a las cuales tiene acostumbrados a todos los formoseños donde el absurdo y el ridículo, demuestran la impunidad con la que se manifiesta dueño de la "cosa pública". No hay decoro, no hay institucionalidad, solo hay un payaso violento que se escuda tras una patota de empleados estatales para evitar el disenso. El Colorado dentro del feudo de Formosa es la copia berreta del feudo de Insfrán, amedrentando con rebenques al aire cualquier tipo de disenso.

La escena, tan grotesca como ilustrativa, expone con claridad el ADN del modelo formoseño: autoritarismo, violencia institucional, uso partidario de los recursos públicos y un machismo ramplón que se viste de tradición gauchesca para ocultar su esencia patotera.

Ahora de gaucho, antes de ratón asustado

Brignole, con una actitud muy distinta, demostró que el gaucho patotero puede mutar en un intendente miedoso que demostró su paranoia hace semanas cuando un camión del Ejército fue anticipado en el camping municipal y salió despavorido a denunciar una “invasión” y la vuelta de la dictadura militar, ahora "el macho disfrazado" se despacha con una demostración de poder de escenografía teatral pero consecuencias gravísimas para la convivencia democrática.

Todo esto, en una provincia donde este intendente es millonario, su familia gobierna como una dinastía, los hijos ocupan bancas en el concejo deliberante, las esposas rotan cargos y la obra pública es un kiosco familiar. Mientras tanto, la ciudadanía permanece rehén de funcionarios que usan el Estado como propio y el insulto como argumento.

Lo ocurrido en El Colorado no es una anécdota: es una postal de la Formosa real. La que Gildo Insfrán intenta maquillar con discursos de justicia social mientras sus subordinados reparten miedo, impunidad y violencia. Y lo hacen a caballo. Porque cuando la democracia es débil, el autoritarismo no necesita excusas: solo un rebenque y un micrófono.

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